Nada sorprendente que la Biblia nos hable en comparaciones o figuras cálidas y metáforas poéticas de Dios.

Este pequeño ensayo se detiene en Los Salmos en cuanto "poemas oracionales", compuestos por diversos autores a lo largo del tiempo, y que el pueblo bíblico reza y canta acompañado por instrumentos de cuerdas, en las asambleas culturales o en las peregrinaciones, para la celebración de las grandes fiestas en su templo esplendoroso.

El escritor pretende en esta obra resaltar aquello que los autores de los salmos lograron con creatividad certera. Una búsqueda, en consecuencia, de su belleza en sus expresiones y propuestas, si notro intento que el de mostrar y resaltar sus mejores logros poéticos, si bien, con algunas incursiones necesarias por los dominios teológicos y exegéticos. Y, por supuesto, con su ubicación histórica en espacio, tiempo y mentalidad para su mejor comprensión.