
La perspectiva que necesita la vida consagrada ha de lograrse desde la distancia de las seguridades por nosotros creadas. No son posibles para nuestro presente ni nuestras obras, ni los estilos que generamos en el siglo XX. En un futuro próximo no podremos “atender” lo que ahora llevamos entre manos.
La perspectiva que necesita la vida consagrada ha de lograrse desde la distancia de las seguridades por nosotros creadas. No son posibles para nuestro presente ni nuestras obras, ni los estilos que generamos en el siglo XX. En un futuro próximo no podremos “atender” lo que ahora llevamos entre manos.