El evangelio Juan vive y transmite un Jesús humano y deslumbrante, cercano y trascendente, atractivo e inquietante. No entrega un recuerdo frío e intelectual de su Maestro; comunica lo que él y su comunidad están viviendo.

Sus escritos son textos con alma, testimonios quemantes de un testigo de excepción. El Jesús de Juan imanta, cautiva, seduce, fascina ...

Todo el Cuarto Evangelio está enhebrado por una pregunta provocativa: ¿Quién eres tú, Jesús? Se lo preguntaron sus coetáneos, se lo preguntó la primera Comunidad cristiana y nos lo seguimos preguntando nosotros.

A esta pregunta no se puede responder con actitudes evasivas o con estudios puramente científicos, ni siquiera con un amontonamiento de títulos mesiánicos y de confesiones tradicionales de fe.

La respuesta está ligada a la experiencia real de cada uno sobre Jesús y su Evangelio. De Jesús se sabe lo que se ha vivido de él y con él. Las muchas palabras estorban, no aclaran el Misterio, mientras que las intuiciones y las vivencias abren horizontes nuevos si uno se deja empapar por el Espíritu.