La fuerza regeneradora del perdón

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Un síntoma de la vitalidad cristiana es la práctica del perdón. La Iglesia está viva porque tiene la fuerza regeneradora del perdón, un don de Dios y de su Espíritu que permanece vigoroso y activo a pesar de la debilidad y el pecado de los cristianos.

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Es evidente que la Iglesia padece el desgaste de los años; su envejecimiento moral también es patente por nuestra culpa. Muchos desde dentro intervenimos como un estorbo restándole vitalidad. Pero no hemos llegado a quebrantar su inagotable capacidad de recuperación.

Por eso la Iglesia está viva y prosigue dando vida…

Revive a pesar de nuestro pecado y de tantos desgarros que vamos acumulando.

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